«Tú y Perin van al frente nuestro, Robert me toma de la mano. Yo le dejo. Imagino que estamos en un lugar sin nombre ni gente que acuña términos como Hispanic, Asian American, African American, minority, ethnicity. ¿Por qué no Hispanic American?, cuando me lo pregunto me río de las tonterías en las que pienso y vuelvo a la imagen de los cuatro como una familia sin apellidos: ni Gómez, como el de Selena; ni Frocadell, como el tuyo; peor Auerbach, como el de Robert. No tenemos trabajo, cazamos, encontramos yuyos comestibles, preparamos jugos con frutas. My feet are tired, mamá, interrumpes mis locuras, ya no quieres caminar. Perin se adelantó, Robert la llama. Upa, mamá, estiras tus brazos, tu piel brilla como si te hubiesen pasado pintura de porcelana por el cuerpo. Me fijo en el reloj, hemos caminado hora y media. Te amarco un ratito, Lola, amar-co, esa palabra indígena que me pone el cuerpo en el amor. Estás grande, tus pies ya me llegan por debajo de las rodillas, siento las vértebras presionando mientras subo la montaña. Pongo mi mejilla sobre la tuya, sudamos. Estamos demasiado abrigadas para escalar.

Perin también se para y dice que está cansada. Robert, no la toca, actúa como un coach, no como su padre, le dice que ella sí puede, que no le diga que sus pies de corredora ya se cansaron, que es su pequeña deportista. Perin tuerce la nariz, sus ojos se plantan en mí cargándote, como acuarelas que se esparcen en el agua.»

Julia Rendón Abrahamson: Lengua ajena

Imagen: Odeurs fragiles, de Chantal Proulx

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