«Mi abuela, la madre de mi padre, como muchos inmigrantes ingleses de su generación, hablaba mal español. Le costaba decir tetera y decía (para gran hilaridad de su hijo) una tetada de té. Se desesperaba de que yo no hablara inglés, de que hubiera aprendido a hablar primero en español, creo que no le gustaba demasiado que mi padre se hubiera casado con una Argentine girl, aunque el hecho de que mi padre fuera a su vez un Argentine boy no se le pasaba por la cabeza. El inmigrante y el hijo del inmigrante se piensan en términos de lengua, son su lengua. Mi madre había perdido el francés de sus padres, era monolingüe, por ende, argentina. Mi padre hablaba en inglés con su madre, con sus hermanas, y en español con su mujer y sus amigos. A veces la gente le decía che, inglés.

Mi abuela, la madre de mi padre, murió cuando yo tenía cuatro años: recuerdo haberla ido a visitar poco antes de su muerte, recuerdo haberle hablado, no sé en qué idioma. Este recuerdo, este no saber en qué idioma le hablé, no me deja. De hecho, lo he usado en dos relatos, trying to make sense of it: en uno de esos relatos, un chico habla en inglés y hace feliz a la abuela; en el otro se niega.»

Silvia Molloy: Vivir entre lenguas

Imagen: All the world’s a stage, de Frances Featherstone

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