No sé si alguna vez se habrán preguntado por el origen de la palabra ‘tocayo’, yo debo confesar que no, pero he aquí que el sorprendente José M. Iribarren, autor de El porqué de los dichos, explica que tocayo y tocaya tienen su origen en la fórmula que empleaban los romanos al contraer matrimonio, y lo cuenta así:
«Cuando la comitiva nupcial llegaba a la puerta de la casa del marido, éste, saliendo a su encuentro, preguntaba a la que iba a ser su esposa:
-¿Quién eres tú?
Y ella respondía con la frase sacramental:
-Ubi tu Cayus, ibi ego Caya.
Que significa: En donde tú seas llamado Cayo, a mí me llamarán Caya; esto es, allí donde tú y yo estemos seremos iguales, sin que nos diferenciemos ni en el nombre: tú Cayo y yo Caya; en una palabra, somos tocayos».
Esta preciosa fórmula matrimonial parece dar a entender que el marido y la esposa eran considerados iguales, cosa que, desengáñense, no sucedía ni en términos sociales ni legales. Pero sí, la etimología de la palabra ‘tocayo’ es muy bonita.
Imagen: Il Pesco, de Mateo Massagrande





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