A mí siempre me parece que vivimos mirando a Francia (aunque nos caiga mal) y de espaldas a Portugal (aunque nos caiga bien) y que, en el fondo fondo, el portugués nos parece una especie de dialecto del español, un idioma que entendemos hasta que visitamos Portugal. Por eso me ha gustado tanto esta cita:
«A veces soltaba algunas palabras en portugués. Al benjamín le encantaba su tesitura torneada y mate. Había lenguas cantarinas, ásperas, pero el portugués, en cambio, parecía vuelto hacia dentro. La boca mandaba los sonidos a la garganta, como si el mensaje, antes de franquear los labios, volviera el corazón de quien lo pronuncia. Así, ninguna palabra salía integra y, como le ocurre a la gente tímida sinceramente enamorada de la soledad, las palabras, indiferentes a su propia claridad, parecían impacientes por volver a la calidez del cuerpo. Era una lengua de la intimidad. Su hermana no habría podido hablar ninguna otra, pensaba el benjamín.»
Clara Dupont-Monod: Adaptarse
Imagen: Mary, de Gertrude Fiske





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