Uno de estos días me llamó la atención la similitud fonética de las palabras lúgubre y lóbrego y me fui a visitar a mis queridos Joan Corominas y María Moliner por ver si las palabras estaban emparentadas.
La palabra lúgubre deriva del latín «lugere», ‘llevar luto’. Según la RAE significa ‘fúnebre’ en su primera acepción y ‘sombrío, profundamente triste’ en la segunda. María Moliner dice que este adjetivo «se aplica a las ideas, humor o estado de ánimo que armonizan con el pensamiento de la muerte o inclinan a pensar en ella».
Lóbrego, adjetivo común al castellano y al portugués, es de origen incierto según Corominas, probablemente procede del latín «lubricus», ‘resbaladizo’, que ya en la antigüedad significaba también ‘engañoso’, ‘peligroso’ y ‘pecaminoso’ y, de ahí, parece haber pasado a ‘tenebroso’ y ‘triste’. Se aplica a lugares y a la noche.
Así que, ya ven, las palabras tienen una fonética parecida y unos significados un tanto tenebrosos, tristes y sombríos pero han discurrido caminos independientes.
Imagen: Reading in the Garden, de Richard Emil Miller
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