El primer libro de Vargas Llosa que leí fue La casa verde y fue por imperativo universitario. Intuí que el libro era una maravilla pero no lo entendía, demasiados saltos en el tiempo, demasiados personajes… había leído muy poco para enfrentarme a un libro así. Lo volví a leer porque si no no iba a poder presentar el trabajo que nos habían encomendado y entendí un poco más. Después me acerqué a Pantaleón y las visitadoras, a La ciudad y los perros y Vargas Llosa me fue conquistando. La tía Julia y el escribidor fue un libro adictivo para mí, lo devoré incluso saltándome los capítulos que no tratan de la historia de Varguitas y la tía Julia. Conversación en La Catedral fue pensar que era lo mejor que había leído en mi vida (sin contar El Quijote). Y así, cada nuevo libro de mi peruano favorito era saludado como una fiesta, como un festín.

Poco a poco me fue sorprendiendo menos, encontré otros autores que le alcanzaban en ese lugar único en el que yo le había colocado. No me importó que se metiera en política, me gusta la gente comprometida, los que se arriesgan. Sus artículos liberales, en cambio, cada vez más liberales, sí marcaron una distancia, no compartía ese pensamiento. Ya sabemos que la obra de un autor y lo que piensa o lo que hace son dos cosas distintas pero a algunos humanos se nos tuerce el morro y ya no hay marcha atrás. Verle emparejado con Isabel Preysler fue el colmo para mí, supongo que no soportaba que fuera tan humano, y ahí de vez en cuando le decía ¿dónde fue que te jodiste, Varguitas? Y ya sé que quién era yo para imponer ningún juicio pero ahí me sentí decepcionada. Después, cuando dejó a la Preysler para volver con su familia anterior pensé que se había sentido mayor y volvía a que le cuidaran. ¿Quién me creería yo para pensar así?

Ahora que ya no está en el mundo en el que yo sigo viviendo siento un gran agradecimiento hacia él, cuántas y cuántas páginas de auténtico disfrute me ha regalado, cuánto ha ensanchado mi mundo. Muchas gracias, Zabalita.

Imagen: Roses in a Vase, de Mary Hiester Reid